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Extensión

El pastor como DT

El Pastor como DT

Por Alberto F. Roldán *


El fútbol es, sin dudas, el deporte más popular en la mayoría de países del mundo. Tanto es así, que cada cuatro años se disputa el mundial de fútbol, concitando el interés no sólo de los fanáticos de ese deporte, sino también de gente que no le da mucha importancia a los campeonatos nacionales. Encontrándonos a pocos días del mundial de fútbol 2010 que se desarrollará en Sudáfrica, es oportuno reflexionar sobre el pastor como director técnico. En el primer mundial que se desarrolló en Montevideo, y donde el local fue campeón y Argentina subcampeón, la figura del DT pasaba casi inadvertida. Paulatinamente, sin embargo, el papel del DT se tornó tan importante que, en opinión de muchos, es más decisivo que los propios jugadores, una postura, acaso, demasiado exagerada. En los primeros mundiales, lo que más se destacaba era la destreza natural de cada jugador. No había demasiada táctica y, por eso, el DT no era decisivo. Hoy sí lo es hasta el punto de que no puede concebirse un equipo sin DT.

¿En qué sentido el pastor es un DT? En muchos. Paso a enumerar algunas de sus facetas. Una de ellas es la tarea de seleccionar a los jugadores con quienes va a participar de un campeonato. El pastor cuenta con hermanos y hermanas de su congregación que tienen dones, carismas, capacidades dadas por el Espíritu Santo. Es tarea del pastor detectar esos dones a fin de ubicar a cada hermano y hermana en el lugar más adecuado para su mejor desempeño. En este sentido, hay una anécdota interesante en la vida futbolística de Roberto “Mariscal” Perfumo. Cuando José Pizzuti se hizo cargo como DT del Racing Club campeón del mundo en 1967 (el primer campeón mundial del fútbol argentino ¡recuérdese!) Perfumo jugaba en un puesto que no era el que lo hizo famoso. Pizzuti le dijo: “Ud. no jugará más en ese puesto. Su puesto será de marcador central (back, para la época). Y le dijo más: “Ud. llegará a ser el número 2 de la selección nacional.” La historia le dio la razón a Pizzuti. Perfumo llegó a ser uno de los baluartes en la defensa de la Academia, al punto que el Mariscal animaba a sus compañeros a ir adelante, ya que él se consideraba capaz de quedarse en la defensa como último hombre. Su regla era clara: “La pelota puede pasar. El delantero nunca.” De ese hecho podemos extraer una lección: No siempre los hermanos y hermanas de la iglesia saben “en qué puesto jugar”. Es deber del pastor descubrir sus capacidades y ubicarlos en la mejor ubicación “en el campo de juego”. No faltarán quienes deban ser cambiados de puestos. Y no faltará el caso, extremo, que el “jugador” demuestre que no sirve para ningún puesto.

Otra faceta del pastor como DT radica en definir bien el esquema de juego y la táctica a emplear. No se pude entrar a la cancha sin saber a qué jugamos. Si jugamos con tres en el fondo, con la figura más clásica de cuatro, si dispondremos de un 4-4-2, 4-3-3 u optemos por un esquema más conservador: ¡9 en el fondo y colgados del arco! Pero en todo caso, el ministerio de la Iglesia requiere definiciones claras en cuanto al “estilo” y “táctica” de juego a implementar.

Hay otra expresión que hace del pastor una especie de DT. Tiene que ver con el sentido de equipo que debe inculcar en los “jugadores”. Que la estrella del equipo sea Jesucristo implica que ni el DT debe sentirse figura ni tampoco el goleador. Se trata de formar un equipo solidario, en que todos y todas “jueguen” con el objetivo de ganar el partido sin importar quien hace los “goles”. La historia del fútbol es pródiga en casos en los cuales una institución determinada compró jugadores-estrella, pero nunca llegó a formar un equipo. La iglesia debe ministrar con sentido de equipo, de modo que, cuando el rival nos ataca, todos defendemos y cuando atacamos, todos vamos hacia delante ¡sin descuidar la retaguardia!

Otra faceta de la función del pastor como DT consiste en el acompañamiento y la supervisión. El pastor debe estar junto a sus dirigidos para acompañarlos no sólo cuando logran éxitos, sino cuando se sienten desanimados, desganados o frustrados. A veces, la tarea del pastor-DT consiste en recuperar “jugadores desahuciados”. Un caso concreto es el de Juan Marcos, que había abandonado a los apóstoles según se narra en Hechos 13.13. Más tarde, el propio Pablo escribiendo a Timoteo le dice: “Recoge a Marcos y tráelo contigo, porque me es de ayuda en mi ministerio.” (2 Timoteo 4.11). Esto sería como recuperar a un jugador que está “haciendo banco” en una congregación y que un pastor tiene la capacidad de recuperarlo y reubicarlo en un puesto donde puede ser de utilidad. Obviamente, haciendo los trámites respectivos y no “robando” al jugador de otra “institución”.

Finalmente, el pastor DT debe ser, sobre todas las cosas, el líder del grupo. Él es quien escoge a los jugadores. Él es quien determina el esquema de juego. Él es quien produce los cambios durante el partido. Él es que fija las metas. De los muchos casos de directores técnicos exitosos hoy, podemos destacar al portugués José Mourinho, actual DT del Inter. Sus números asuntan… a los rivales: Hace 8 años que el Inter no cae en la liga italiana como local. Ganó 5 títulos de liga en las últimas 7 temporadas. Condujo al Chelsea a ganar una Premier League, después de 50 años y, más recientemente, su equipo, el Inter, eliminó al Barcelona de la Liga de Campeones de Europa en cuya final ganó el codiciado trofeo venciendo al Bayern Munich por 2 a 0 con goles del argentino Diego Milito. En cuanto a la función del DT, Mourinho no tiene dudas: “No es, ya, como hace 20 años, que los entrenadores trabajaban sólo la parte táctica. Hoy deben manejar el grupo, saber de liderazgo.” (Perfil, Deportes, 2 de mayo de 2010, p. 9). Por otra parte, no hay situación más difícil para un DT que tener que excluir del equipo a un jugador. En esto, Mourinho es claro: “No vengan a golpear la puerta de mi oficina. Ni intenten que les explique por qué no juegan… Sólo demuéstrenme en la cancha que pueden jugar.” (Ibid). Puede ser que el estilo de Mourinho no guste a una gran mayoría de aficionados, sobre todo de los que están embelesados por el jogo bonito, pero que logra resultados ¡no hay duda!

El modelo perfecto del pastor como DT es Jesús de Nazaret. Eligió a sus apóstoles (Mt. 10.2-4). Les dio directivas precisas sobre cómo anunciar el Reino: evangelizar, sanar y liberar (Mt. 10.5ss.). Los supervisó. Los evaluó. Los animó. Los acompañó. Y cuando se iba al Padre, anunció la venida del Espíritu Santo. Desde Pentecostés, el Espíritu Santo –que creó la Iglesia– actúa en ella y, por medio de ella, para bendición del mundo. Corresponde a los pastores y pastoras de hoy, elegir los mejores “jugadores”, detectar sus capacidades, crear espacios de ministerio, supervisarlos, animarlos y acompañarlos. Sobre todo, crear en la iglesia un “sentido de equipo”: corto, dinámico, solidario en el que, más allá de los puestos asignados, trabajemos solidariamente ayudándonos los unos a los otros para el cumplimiento de la misión de Dios en el mundo.


* Alberto F. Roldán. Doctor en Teología. Master en Ciencias Sociales. Asesor de la Tecnicatura en Teología Comunitaria en el CENV.

Ramos Mejía, 14 de mayo de 2010



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