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Extensión

Amor responsable

Amor responsable

Niñez saludable

Por María Inés Manrique *


El rol de los papás en los niños menores de 2 años de edad, es fundamental para afianzar su autoestima y un desarrollo emocional sano.

Es importante destacar que los bebés no heredan ninguna capacidad mental ya formada, sino sólo una forma de responder al ambiente. El niño, en contacto con el medio que lo rodea (familia, adultos, niños, amistades, lugares) irá asimilando experiencias y su desarrollo y aprendizaje se dará en la medida en que experimente e interactúe con y sobre éste; por eso, es fundamental permitir que el bebé toque, palpe, chupe, golpee y despliegue sus sentidos.

El desarrollo mental de los primeros 18 meses de vida es particularmente rápido y esencial; el niño elabora el conjunto de las subestructuras de conocimiento perceptivas e intelectuales y afectivas elementales que, de algún modo, determinarán su afectividad y personalidad.

Durante este período, el niño desarrolla una inteligencia práctica que se apoya en percepciones y movimientos; acciones, actos reflejos que están íntimamente unidos a sus tendencias instintivas, como la alimentación, y con ella aparecen los primeros hábitos elementales; bastará que una acción aporte satisfacción para que sea repetida constantemente: la succión o el palpar son algunos de los reflejos del recién nacido importantes para el porvenir. Por ejemplo: el bebé encontrará más fácilmente el pezón después de algunos días, debido a la repetición de la misma acción. Luego, comenzará a chupar diferentes objetos (pulgar, mano, brazo) y así irá formando sus primeros hábitos.

Alrededor de los 4 meses y medio, el bebé podrá coordinar la visión y aprehensión, visión y audición respectivamente, por eso, vemos a los bebés tomar y atrapar objetos, agarrar un hilo que cuelga de la cuna o dirigir su mirada hacia un sonido. Luego, podrá alcanzar un objeto cubierto por una sabana, o lejano a él, cuando antes, si no lo veía se ponía a llorar porque, en un principio, sólo es conciente de las cosas permanentemente presentes.

Hacia el final del primer año, el bebé podrá alcanzar objetivos no sólo por tanteo sino por combinaciones mentales: comenzará a imitar algunos movimientos o acciones que hacen las personas de su alrededor, como hablar por teléfono o actividades del hogar. El aspecto afectivo en este periodo es totalmente egocéntrico y todo está centrado en el propio cuerpo y la acción; de a poco, irá situándose como un ser entre otros, ya que aún no tiene conciencia del mundo que lo rodea.

El bebé siente placer cuando puede satisfacer sus necesidades, por eso, la persona que cumple la función materna –quien se encargará de la alimentación, cuidado, contención y atención– es sumamente importante pues será quien interprete sus necesidades y responda a ellas: será quien genere un fuerte lazo afectivo con el bebé.

A pesar de que muchas de sus reacciones, como la sonrisa por ejemplo, en un principio es una mera reacción de satisfacción, luego podrá ser provocada, sostenida y gratificada por la sonrisa de otra persona, y esto se convertirá en un instrumento de intercambio y contagio. De la misma manera, las caricias, que proporcionan al bebé seguridad, placer y tranquilidad, más adelante serán una forma de expresión, ya que el inicio de la comunicación tiene que ver con la imitación de gestos y mímicas.

Todo lo que el bebé reciba en esta etapa, marcará su vida, se instalará en su memoria e irá forjando su personalidad; como lo hará en forma negativa -comprobado científicamente- si no recibe afecto y un buen trato.

Por eso, este es el momento crucial en el cual los adultos que lo rodean deben cuidarlo con responsabilidad, brindándole amor, seguridad y nuevas experiencias que afiancen su autoestima día a día; el desamor, la indiferencia, el maltrato, generarán en este niño o niña problemas de autoestima, de inseguridad, de rechazo.

Entender la responsabilidad que como padres tenemos para con el desarrollo de nuestros hijos, nos ayudará a ejercer nuestro rol como tales y generar un lazo con ellos que, por la calidad de amor que les brindemos, permanezca durante toda la vida.


* María Inés Manrique. Est. Psicopedagogía. Departamento de Extensión Comunitaria del CENV.

Buenos Aires, 4 de junio de 2010.



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